sábado, 23 de octubre de 2021

El guerrero de Gor (fragmento)

 El sistema de las castas, si bien socialmente eficaz, despertaba en mí ciertos reparos personales. En mi opinión era demasiado rígido, particularmente con la elección de los gobernantes entre los miembros de las castas elevadas y al Doble Conocimiento. Pero todavía mucho peor era la institución de la esclavitud. Para el goreano, fuera del sistema de las castas, existían solo tres formas de vida: esclavo, proscrito y rey sacerdote. Un hombre que no quisiera ejercer su oficio o pretendiera cambiar de status sin el consentimiento del Consejo de las Castas Elevadas, se convertía automáticamente en un proscrito y era empalado. 

La muchacha que había visto el primer día en mi habitación había sido esclava, y el collar que rodeaba su cuello, que yo tomé por un adorno, era su marca de esclavitud. Una segunda marca, ésta con hierro candente, se hallaba oculta debajo de la ropa. Esta última la señalaba como esclava, mientras que el collar identificaba a su dueño. No había vuelto a ver a la joven y reflexionaba acerca de qué habría sido de ella. Pero no pregunté nada al respecto. Fue parte de las primeras enseñanzas que me impartieron en Gor: la preocupación por una esclava estaba fuera de lugar. Por lo tanto me contuve. Aprendí incidentalmente de un Escriba que los esclavos no pueden enseñar a los hombres libres, ya que esto podría originar una deuda, y nadie podía deberle nada a un esclavo. Decidí defenderme con todas mis fuerzas contra este sistema humillante. Hablé una vez con mi padre sobre el tema, y me dijo que en Gor existían cosas aún mucho peores que la esclavitud. 


Jonh Norman

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