martes, 28 de abril de 2009

Veronika decide morir

Este es un libro que había leído hace algunos años y me apetecía refrescar.
Veronika es una joven que un buen día decide quitarse la vida, pero su intento fracasa y despierta en la uci de un hospital psiquiátrico donde estará internada. Allí le comunican que su corazón ha quedado muy dañado por las pastillas y le quedan 5 días de vida. Cuando los internos conocen la noticia, todos empiezan a replantearse su vida.
Aqui empieza la verdadera trama del libro.

Dejo un fragmento bastante simpático:

"El aire estaba helado. Mari regresó, cogió un abrigo y volvió a salir. Allá fuera, lejos de los ojos de todos, encendió un cigarrillo. Fumó sin culpa y sin prisa, reflexionando sobre la chica, el piano que escuchaba y la vida del lado exterior a los muros de Villete, que se estaba volviendo insoportablemente difícil para todo el mundo.
En opinión de Mari, esta dificultad no se debía al caos, o a la desorganización o a la anarquía, sino al exceso de orden. La sociedad se regía cada vez por medio de más reglas, y leyes para contrariar las reglas, y nuevas reglas para contrariar las leyes; eso sembraba el temor en las personas, que ya no daban siquiera un paso que las alejara del cumplimiento del regalemtno invisible que guiaba la vida de todos.
Marí tenía su propia experiencia para avalar esa opinión. Había pasado cuarenta años de su vida trabajando como abogada hasta que su enfermedad la trajo a Villete. Ya desde el comienzo de su carrera había perdido rápidamente su ingenua visión de la justicia y había pasado a entender que las leyes no habían sido creadas para resolver problemas, sino para prolongar indefinidamente las reyertas y las diferencias.
Era una pena que Alá, Jehová, Dios -no importaba el nombre que se le diera- no hubiera vivido en el mundo actual. Porque si así fuese, todos nosotros estaríamos aún en el Paraíso mientras que él estaría respondiendo a recursos, apelaciones, rogatorias, exhortos, interdictos, preliminares, procedimientos, y tendría que explicar en innumerables audiencias su decisión de expulsar a Adán y Eva del Paraíso, apenas por transgredir una ley arbitraria sin ningún fundamento jurídico: no comer el fruto del árbol del Bien y del Mal.
Si Él no quería que eso sucediera, ¿por qué dispuso que el árbol se alzara en medio del Jardín y no fuera de los muros del Paraíso? Si la designaran defensora de la pareja, Mari seguramente acusaría a Dios de "omisión administrativa", porque además de emplazar el árbol en un lugar incorrecto, no lo rodeó de advertencias ni barreras, dejando de adoptar los mínimos requisitos de seguridad, y exponiendo a todos los que pasaban por alli al peligro.
Mari también podría acusarlo de inducción al delito, puesto que atrajo la atención de Adán y Eva hacia el lugar exacto donde se encontraba. Si no hubiese dicho nada, generaciones y generaciones pasarían por esta Tierra sin que nadie se interesara por el fruto prohibido, ya que debería estar en un bosque lleno de árboles semejantes y, por lo tanto, sin ostentar ningún valor específico.
Pero Dios no había actuado así, por el contrario, escribió la ley y encontró la manera de convencer a alguien para que la transgrediera, tan sólo para poder inventar el Castigo. Sabía que Adán y Eva acabarían aburridos de tanta perfección y, tarde o temprano, pondrían a prueba Su paciencia. Y se quedó allí, esperando, porque tal vez Él -Dios Todopoderoso- se hallaba aburrido de que todo en la creación discurriera a la perfección; si Eva no hubiese comido la manzana, ¿qué es lo que hubiera sucedido de interesante en estos miles de millones de años?
Nada.
Cuando la ley fue violada, Dios -el Juez Todopoderoso- aun simuló una persecución, como si no conociese todos los escondrijos posibles que hubiese en el Jardín. Con los ángeles mirando y divirtiéndose con la broma (la vida para ellos también debía de ser muy tediosa desde que Lucifer dejara el Cielo), Él empezó a caminar. Mari imaginaba cómo de aquel episodio de la Biblia se podía obtener una hermosa escena para un filme de suspense: los pasos de Dios, las miradas asustadas que la pareja intercambiaba entre sí, los pies que súbitamente se detenían junto al escondrijo.
- ¿Dónde estás? - había preguntado Dios.
- Oí vuestro paso en el jardín, tuve miedo y me escondí porque estoy desnudo - había respondido Adán sin saber que, a partir de esta afirmación, se convertía en reo confeso de un crimen.
Listo. Mediante un simple truco, aparentando no saber dónde estaba Adán ni el motivo de su fuga, Dios había conseguido lo que deseaba. Aun así, para no dejar ninguna duda al público angelical que asistía atentamente al episodio, Él había decidido ir más lejos.
- ¿Cómo sabes que estás desnudo? - había interrogado Dios, sabiendo que esta pregunta sólo tenía una respuesta posible: "Porque comí del árbol que me permite entenderlo."
Con aquella pregunta, Dios demostró a sus ángeles que era justo y que estaba condenando a la pareja en base a todas las pruebas existentes. A partir de allí ya no importaba saber si la culpa era de la mujer, y las súplicas de perdón serían inútiles. Dios necesitaba un ejemplo para que ningún otro ser, terrestre o celeste, tuviese nunca más el atrevimiento de ir en contra de Sus decisiones.
Y así expulsó a la pareja, sus hijos terminaron pagando también por el delito (como sucede en la actualidad con los hijos de los criminales) y el sistema judicial había sido inventado: ley, transgresión de la ley (lógica o absurda, no tenía importancia), juicio (donde el más experimentado vencía al ingenuo) y castigo.

Como toda la humanidad había sido condenada sin derecho a recurrir la sentencia, los seres humanos decidieron crear mecanismos de defensa para la eventualidad de que Dios decidiera mostrar de nuevo Su poder arbitrario. Pero en el transcurso de los milenios de estudios, los hombres se inventaron tantos recursos que terminaron exagerando el número, y ahora la justicia era una maraña de cláusulas, jurisprudencias y textos contradictorios que nadie conseguía entender cabalmente.
Tanto es así que cuando Dios decidió cambiar de idea y mandar a Su Hijo para salvar al mundo, ¿qué sucedió? Cayó en las redes de la justicia que Él había creado.