jueves, 26 de abril de 2012

El ecologista escéptico (fragmento)

La crisis del petróleo

¿Por qué estamos pensando siempre que se agota el petróleo cuando no es cierto?
En 1865, Stanley Jevons, uno de los científicos europeos mejor considerados, escribió un libro sobre el uso del carbón en Inglaterra. En su análisis, la revolución industrial mostró un continuo incremento en la demanda de ese producto, lo que inevitablemente podía causar la desaparición de las reservas inglesas de carbón y detener la evolución de su industria. "Nada indica que pueda aparecer algo que sustituya al agente principal de la industria". Sus argumentos no diferían demasiado de los que se exponen en el libro Limits to Growth
Pero lo que él ignoraba es que cuando el precio del carbón subiera, también lo harían los incentivos para buscar usos más eficientes del carbón, para descubrir nuevas reservas, para abaratar los costes de transporte y para encontrar fuentes de energía alternativas, como el petróleo. La crisis pronosticada por Jevons nunca tuvo lugar.
Tanto la idea de que podemos utilizar mejor los recursos como la de que cada vez podemos encontrar más entran en lo que podemos considerar la ingenuidad humana. Es cierto que la Tierra es esférica y limitada, pero eso no es necesariamente un impedimento importante. El verdadero problema consiste en determinar qué tamaño tienen los depósitos que podemos explotar. Aunque parezca que estos depósitos son limitados, si el precio sube, asimismo lo hará el deseo de encontrar nuevos yacimientos y de desarrollar mejores técnicas de extracción. Por lo tanto, la subida del precio eleva también nuestras reservas totales, con lo que el precio volverá a bajar. 

1) Recursos conocidos no es una entidad finita. No es que ya conozcamos todos los lugares en los que hay petróleo y sólo esperemos a extraerlo. Continuamente se exploran zonas nuevas y se encuentran nuevos yacimientos. Pero la búsqueda cuesta dinero, por lo que no se iniciarán nuevas localizaciones mientras haya suficiente producción. 
2) Cada vez explotamos mejor nuestros recursos. El uso de modernos avances tecnológicos nos permite extraer más petróleo de los yacimientos ya conocidos, descubrir nuevas zonas de extracción y comenzar a extraer petróleo en yacimientos que antes resultaban demasiado caros y/o difíciles de explotar. La primera perforación que se realiza en un yacimiento suele aprovechar tan sólo un 20% del petróleo que contiene. Incluso utilizando las más modernas técnicas, además de agua, vapor o inundaciones químicas, más de la mitad del contenido permanece en tierra sin ser extraído. Se calcula que los diez campos petrolíferos más grandes de Estados Unidos seguirán conteniendo el 63% de su petróleo original cuando finalice su explotación. Por lo tanto, aún queda mucho petróleo aprovechable en dichas áreas. 
Al mismo tiempo, cada vez obtenemos más rendimiento por cada litro de petróleo, y aún tiene que mejorar bastante. 
3) Podemos sustituir. Lo que en realidad demandamos no es el petróleo en sí, sino los servicios que nos proporciona. La energía que más solicitamos es la que nos permite calentarnos, y actualmente podemos obtenerla de otras fuentes distintas del petróleo. Por lo tanto, si encontramos otras fuentes de energía mejores y más baratas, prescindiremos del crudo. En Inglaterra, allá por el año 1600, la madera empezó a encarecerse drásticamente (por culpa de la deforestación local y de la deficiente infraestructura), lo que obligó a un cambio progresivo hacia el consumo de carbón. A finales del siglo XIX se produjo un cambio similar, esta vez desde el carbón al petróleo. 
A corto plazo, parece más razonable sustituir el petróleo por los otros combustibles fósiles conocidos, el gas y el carbón. Sin embargo, a más largo plazo cabe la posibilidad de que cubramos gran parte de nuestras demandas energéticas mediante la energía nuclear, eólica y solar, la biomasa o el aceite de esquisto bituminoso. 

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