sábado, 24 de septiembre de 2016

Fragmento (la niebla y la doncella - Serie Bevilacqua y Chamorro III )


"Confieso que siempre he tenido, y sigo teniendo, mis dudas acerca de la eficacia y la justicia del sistema de represión penal del delincuente. No veo en que medida puede reeducar a alguien encerrarle en un lugar atestado de alacranes frente a los que deberá sobrevivir endureciéndose, porque ya de entrada compartirá con otro dos una celda que se diseñó para uno. Tampoco creo en la disuasión del criminal por la amenaza del régimen de vida carcelario, ni siquiera por la pena de muerte en aquellas sociedades salvajes que siguen recurriendo a ella, ya que me consta que el ser humano tiene dificultades para representarse con la intensidad suficiente una situación hasta que no la está viviendo y, por si eso no bastase, suele abrigar siempre la esperanza de que no lo pillen cuando hace una trastada. La única gente a la que puede reeducar la cárcel, y a la que también disuade, es aquella que se regenera o abstiene por sí misma y por otras razones, que tienen que ver, sobre todo, con la vida que tiene posibilidad de llevar fuera de la prisión. En consecuencia, me cuesta experimentar alborozo alguno cuando envío a alguien a la sombra, más allá de lo que siempre le descarga a uno terminar un trabajo, sea éste de la índole que sea. Sólo cuando uno siente que a través del trámite de la reclusión del malvado, en sí inútil y poco prometedor, puede llevarse alivio a quien sufrió el crimen y vive en la humillación que le supone la impunidad del criminal, llega a sospecharse algún bien y algún provecho en todo el montaje. Hay quien de esta circunstancia deduce que la única finalidad real del sistema penal es el impresentable ánimo de venganza. No lo sé, porque no lo he inventado, ni lo dirijo. Prefiero pensar que se intenta una reparación, que es escasa y acaso torpe, pero a menudo la única posible. Y que, al final, pese a los simpáticos discursos de todos esos intelectuales iconoclastas, que haya policías empeñados en la fea tarea de detener a los descarriados es mejor que dejar pastar a placer a quien abate a sus semejantes." 

Lorenzo Silva 

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