domingo, 3 de enero de 2016

El libro de Merlín (fragmento III)

"Contempla ahora los gansos: una de las especies más antiguas, más cultas y mejor dotadas de lenguaje. Los gansos son admirables músicos y poetas, han dominado el aire durante millones de años sin haber lanzado nunca una sola bomba, son monógamos, disciplinados, inteligentes, gregarios, morales, responsables y creen firmemente que ninguna secta o familia de su tribu puede pretender que son suyos los recursos naturales del mundo. Si hay un buen filón de Zostera marina o un buen campo de rastrojos, hoy encontrarás allí doscientos gansos y mañana diez mil. En una bandada de gansos que abandona el territorio donde se ha alimentado para ir a su lugar de descanso es fácil encontrar albrifontes mezclados con piquicortos y barnaclas. El mundo está a disposición de todos. Y no por ello son comunistas. Cada uno de los gansos de un grupo está dispuesto a atacar a su vecino por la posesión de una patata podrida, y sus esposas y nidos son estrictamente privados. No tienen, como las hormigas, un hogar o un estómago comunitarios. Y estas bellas criaturas, que viajan libremente por toda la superficie del globo sin reclamar como propia ninguna parte del mismo, nunca han hecho guerras.
La maldición que ha caído sobre el hombre es el nacionalismo, la pretensión que tienen algunas pequeñas comunidades de considerar como propiedad comunitaria exclusiva partes de la tierra. Los enemigos del hombre son esos mezquinos y bobos defensores del nacionalismo irlandés o polaco. Y también los ingleses, siempre dispuestos a luchar una guerra de grandes proporciones "en defensa de los derechos de las naciones pequeñas", y capaces de erigir un monumento a una mujer que fue martirizada por haber dicho que el patriotismo no era suficiente. Un pueblo así sólo es merecedor de ser calificado de montón de imbéciles benevolentes dirigido por unos truhanes. Tampoco es justo que me meta ahora con los ingleses, los irlandeses o los polacos. Todos caemos en este mismo error. Todos incurrimos en la necedad del Homo impoliticus. Y ahora que hablo tan duramente de los ingleses en relación con este tema, quiero añadir inmediatamente que me he pasado viviendo con ellos varios siglos. Y debo decir que aunque son un montón de necios maleantes, al menos les da risa serlo, lo cual me parece que es preferible a la necedad tiránica y cínica de los hunos que luchan contra ellos. Puedes tenerlo por seguro.
-Entonces -preguntó educadamente el tejón-, ¿cuál es la solución práctica?
-Lo más sencillo y fácil del mundo. Hay que abolir todo lo que sean tarifas aduaneras, pasaportes y leyes de inmigración, y convertir a la humanidad en una federación de individuos. De hecho, las naciones deben ser abolidas, y no solamente las naciones sino también los estados; no hay que tolerar ninguna unidad más amplia que la familia. Seguramente será necesario limitar además los ingresos y rentas privadas que sean muy grandes, para evitar que los ricos puedan llegar a convertirse en una especie de nación. Sin embargo, es completamente innecesario, además de contrario a las leyes de la Naturaleza, convertir a los individuos en comunistas o algo así. Cuando hayan transcurrido mil años habrá, si tenemos suerte, un lenguaje común. Pero lo más importante es que hagamos todo lo necesario para que un hombre que vive en Stonehenge tenga posibilidad de hacer las maletas e irse a buscar su suerte, sin que nadie se lo impida, a Tombuctú..."


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