miércoles, 29 de septiembre de 2010

Los fantasmas de mi cerebro - textos (II)

Mi madre seguía interrogándome con la mirada.
"¿Qué te propones, hijo?"
Mi madre no ha comprendido nunca ni a los estetas ni a los estoicos. Es vida, vida fluente y cree en la resurrección. Le dolió que le sacaran una muela porque dijo que una parte de su ser -extirpada- dejaría de amar a sus hijos. Mi madre tiene en el fondo de los ojos una habitación para cada hijo y por entonces yo ocupaba la más oscura.
Ahora sé que mi madre estaba en un error. Su muela extirpada seguía siendo suya, seguía amando. A mí me duelen incluso los cabellos que me han cortado, el agua que he sudado hace años, las risas de mi niñez.
En lo más hondo de mí hay un cementerio al que va a parar todo lo que de mí aparentemente muere.

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Signos de derrumbamiento:
No me lavo los pies. Me calzo los calcetines del revés. Camino impávido, sin sortear los charcos. Hurgo en los bolsillos buscando migas o algo que morder. Pronuncio para adentro sílabas inconexas: mu, si, jo, pa...
Cruzo la calzada aunque los tranvías estén muy cerca.

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La depresión me ha electrocutado el alma.

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No tengo curiosidad. ¿Para qué? Cuando veo salir el sol pienso en su crepúsculo.
El periódico no puede traer nada que no haya ya ocurrido.


sábado, 25 de septiembre de 2010

Los fantasmas de mi cerebro - textos

Las deudas me hacían sufrir ¡claro que sí...! Toda la ciudad me miraba irónicamente. Era como si infinitos dedos me arañasen el corazón. Pero el cerebro conseguía a menudo independizarse, pensar sólo en cosas agradables. O podía, simultáneamente, gozar y sufrir por zonas. Ahora he descubierto que el ser es una unidad y sufro enteramente. Por entonces, me bastaba con una taza de café -de pie en la barra de un bar- o con encender un pitillo para cambiar totalmente el estado de ánimo. Ahora, con el vértigo, no puedo estar de pie; y el olor del bar me marea; y no puedo fumar. Y nada, ni un cataclismo, cambiaría mi estado de ánimo.
Lo siento por mí, mucho, mucho. Porque tenía una gran capacidad para ser feliz y mi madre profetizó muchas veces que lo sería.
Pero lo siento más aún por mi mujer, cuyos ojos luchan, pero están tristes.

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A veces, veía de lejos a mi padre. Caminaba arrastrando un poco los pies, con el sombrero colocado con descuido. Había en él algo de fatiga moral, prematura. Parecía estar pensando puñales. Yo lo seguía a distancia, avergonzado. Sabía que algunos de estos puñales eran míos.
Mi madre ha tenido siempre más energía. Ha sido siempre más fanática. Cree con firmeza en unas cuantas cosas y esto ayuda mucho. Yo no creo sino en la Duda y si llevara sombrero éste me colgaría de una oreja.

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Mi mujer, mezcla de espíritu infantil y de madurez, siempre soñaba con pequeños y grandes inventos prácticos.
-¿Por qué no se inventan, para el invierno, unos zapatos con suela calorífera?
-¿Por qué no se envasa, en verano, la energía solar?
-¿Por qué no hay medias cuyos puntos no se corran?
-¿Por qué hay que llevar durante nueve meses el hijo en el vientre?
Ahora querría inventar algo que me curara la depresión. A veces, en la terraza, medita, comiéndose pedazos de piel. Medita esto, no cabe duda. Querría verme reír. Con oírlo no le bastaría. Porque no hay sonidos que puedan parecerse tanto como los de la risa y el llanto.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Los fantasmas de mi cerebro - José Maria Gironella

Este libro es una selección de textos que el propio autor publicó en 1958 con el mismo título.
En ellos nos cuenta la experiencia más terrible de su vida, una depresión que duró 5 años (si mal no recuerdo) durante los cuales escribió más de ocho mil folios a mano con temas diversos, entre ellos, un análisis retrospectivo de su enfermedad y un buen puñado de textos inconexos, pergeñados en estado de sonambulismo, al despertar de los electroshocks.

Como el propio autor expresó en una conferencia en París en 1957:
"Estoy seguro de que todos ustedes comprenderán que lo que me mueve a hablarles de experiencias psíquicas, de experiencias psíquicas mías, vividas por mí, no es el egoísmo, el deseo de poner en primer plano mi persona. La verdad es que cuatro años de dolor incesante me han inmunizado en gran medida contra la vanidad. He decidido hablarles de esto porque creo que tiene un interés humano directo; directo y además entroncado con nuestra época. Ocurre que estoy muy cansado de divagaciones literarias y creo que lo que interesa a la gente es la vida."

"Los conceptos de razón y locura son conceptos tan relativos, que no me pueden lesionar. Actos que realizados a la edad de cinco años consideramos normales - alinear sillas y sentenciar: esto es un tren -, realizados a los quince se convierten en locura: desde este ángulo la locura vendría a ser una cuestión de tiempo."


A continuación, y durante días sucesivos, iré escribiendo una selección de los "textos inconexos":

"Yo era un hombre de mucha salud, muy optimista y de gran vitalidad. Durante años no sentí mi cuerpo. Respiraba hondamente y nada me dolía. Podía trabajar horas y horas sin notar más que una fatiga normal. Si se organizaba una reunión y a una hora avanzada de la noche alguien manifestaba cansancio o deseos de retirarse, yo miraba a ese alguien con una mezcla de incomprensión y de desprecio. Sí, confieso que no comprendía a los enfermos. Me parecía que manchaban el mundo, que entorpecían su marcha. Muchas veces fui injusto y cruel."




lunes, 6 de septiembre de 2010

En el castillo de Argol - Julien Gracq

No sé muy bien por dónde empezar...
Lo único que puedo afirmar sobre el libro es que aún sigo tirándome de los pelos, he sido incapaz de leerlo, con todo el esfuerzo de mi persona sólo he conseguido tragarme la mitad de la obra. Por Dios... seguro que hay quien lo considera una obra maestra, una joya de la literatura, etc, pero yo tengo que desahogarme o reviento: menudo truño!!!!!!
- Descripciones demasiado profundas, pesadas y extensas que, en ocasiones, más que facilitar la visualización del elemento descrito, la dificultan. (No puedes pasarte un capítulo entero describiendo un castillo columna por columna).
- Abundantes alusiones a temas y textos filosóficos
- Enreda tanto las oraciones que se llegan a hacer incomprensibles
A su favor diré que emplea un vocabulario rico y amplio.

viernes, 3 de septiembre de 2010

El cartero llama dos veces - James M. Cain

"Frank Chambers, un vagabundo sin oficio ni beneficio, llega a una fonda de California en busca de un plato de comida; el dueño es un hombrecillo inofensivo que le ofrece hospitalidad y trabajo; su mujer, Cora, una belleza sensual y maligna.
Un cruce de miradas entre Frank y Cora bastará para perpretar el asesinato del marido. Pero lo que había de ser un crimen perfecto fracasa y empieza a tejerse una terrorífica red de sospechas secretas..."

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Matar es fácil


Esta novela de Agatha Christie fue publicada por primera vez en 1939.
En ella la autora, fiel a su estilo, relata la historia de un policía jubilado que regresa a su tierra en tren. En el viaje conoce a una anciana que se dirige a la ciudad con el propósito de denunciar una serie de sorprendentes asesinatos ocurridos en los últimos meses en un pueblecito llamado Wychwood; además, la anciana afirma conocer la identidad de la próxima víctima. Nuestro protagonista, Luke Fitzwilliam, no le da demasiada importancia al relato de la mujer, probablemente serán fantasías de una persona mayor que sólo busca un poco de atención.
Al día siguiente, Luke lee en el periódico que el médico de Wychwood ha muerto (tal como había pronosticado su compañera de viaje, esa sería la próxima víctima) y que además se ha producido un atropello cerca de la comisaría en el que ha resultado muerta una mujer mayor (sí, es quienes todos estáis pensando).
Tras estos acontecimientos, Luke decice poner rumbo a Wychwood e investigar por su propia cuenta el misterio que rodea a todas esas muertes.