Éste es uno de esos libros que muchos incluirían en la lista de los 100 libros que leer antes de morir. Confieso que me lo recomendaron hace muchos años y nunca me sentí tentada a leerlo (cuanto más me recomiendan un libro menos me atrae, por regla general) pero no me arrepiento para nada de haberlo intentado, y digo intentado porque ciertamente me costó "cogerle el puntillo" al libro. Tiene alrededor de 600 páginas y no empezó a engancharme hasta la 200 aproximadamente, si no fuera porque tanta gente me había hablado bien de él no habría insistido tanto. Finalmente fue una grata sorpresa y yo también me uno a esa larga lista de fieles seguidores que lo recomiendan.
Mucha gente, como digo, lo ha leído, pero también muchos se quedan ahí y algunos ni siquiera saben que se trata del primer libro de una trilogía. Acabo de terminar de leer "Chamán", el segundo de la trilogía, y éste sí que me ha enganchado desde la primera página, me ha gustado incluso más que "El médico". ¿Me atreveré con el tercero? Yo creo que sí. Y, como siempre, aquí dejo un fragmento. Un saludo y nos leemos!
"En Shipping Norton compraron hidromiel y prepararon otra serie de Panacea, reponiendo la lucrativa provisión.
Cuando muera y haga cola ante las puertas -dijo Barber-, San Pedro preguntará: ¿cómo te ganaste el pan?
-yo fui campesino, podrá decir un hombre, o fabriqué botas a partir de pieles.
Pero yo responderé "fumum vendidi" - dijo jovialmente el antiguo monje, y Rob se sintió con fuerzas para traducir del latín "Vendía humo"."
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"Los musulmanes, por su parte, no desean educar a miembros de una religión hostil y amenazante, y hace años que las academias del califato no admiten a estudiantes cristianos.
- Comprendo- dijo Rob, consternado.
-Una posibilidad para ti es España. Se encuentra en Europa, en la parte oeste del califato occidental. Allí conviven con facilidad ambas religiones. Hay unos cuantos estudiantes de Francia. Los musulmanes han establecido grandes universidades en ciudades como Córdoba, Toledo y Sevilla. Si te gradúas en una de ellas, serás reconocido como erudito. Y aunque es difícil llegar a España, no tiene punto de comparación con el viaje a Persia.
-¿Y por qué no fuisteis vos a España?
-Porque a los judíos se les permite estudiar en Persia. Y yo quería tocar el borde de la vestimenta de Ibn Sina.
Rob frunció el entrecejo.
-Yo no quiero atravesar el mundo para convertirme en un erudito. Sólo quiero llegar a ser un buen médico.
Merlín se sirvió más vino.
-Me confundes... Eres un joven corzo, pero usas un traje de fino paño cuyo lujo yo no puedo permitirme. La vida de un barbero tiene sus compensaciones. ¿Para qué quieres ser médico? ¿Qué significaría un trabajo arduo que no tienes la seguridad de que te va a proporcionar riqueza?
- Me han enseñado a medicar varias dolencias. Sé cortar un dedo estropeado y dejar un muñón pulcro. Pero mucha gente va a verme y me paga, y no sé cómo ayudarla. Soy ignorante. Me digo a mí mismo que algunos pacientes podrían salvarse si yo supiera más.
-Y aunque estudiaras medicina durante más de una vida, acudiría la gente cuyas enfermedades son misterios, porque la angustia que mencionas es parte integrante de la profesión de curar, y hay que aprender a vivir con ella. Aunque es verdad que cuanto mejor sea la preparación, mejor doctor puedes ser. Me has dado la mejor razón posible de tu ambición."
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