La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón pueden nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y cualidad de todo amor.
Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, el convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante, y con razón; pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado. El amante fuerza la relación con el amado, aunque esa experiencia no le cause más que dolor.
(Carson McCullers "La balada del café triste")
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